Cuando empiezo estas líneas quedan en torno a unas tres horas para que
Alex Hernández Salgado (also known as Alex Mineralex) emprenda rumbo a tierras
catalanas para iniciar sus prácticas en Citoplasmas Stop Motion Animation
Studio, estudio radicado en Barcelona, donde esperemos que el muchacho aprenda
mucho, y principalmente, deje allí la buena sensación que tenemos todos los que
le conocemos a él y a sus trabajos. Para cuando se publique esto, esperemos que
ya haya llegado.
Quiero que quede claro que si escribo esto es por la amistad que nos une,
pero igualmente quiero que quien lo lea tenga la certeza de que lo que pueda
leer no está condicionado por la misma. Como decía Aristóteles, muy amigo es
Platón, pero mas amiga es la verdad, y sería un feo detalle para Alex y para el
avezado lector que yo mintiera o exagerara. A Alex y a usted mismo hacerle un
favor es hacer justicia.
Conocí a Alex por obra y gracia de un amigo común que luego dejó de
serlo, y supe de él precisamente porque iban a hacer un corto juntos. El corto
era 128, con el que optaban a un premio en un certamen que se celebró un sábado
por la mañana. Pude ver los primeros minutos de 128 bajo la amenaza de que no
debía criticarlos, pues estaban muy orgullosos de ellos, pero si aquel muchacho
no quería escuchar nada desfavorable del corto, no debió preguntarme qué me
parecía.
Y así conocí a Alex. Para cuando repitieron lo que se había grabado, fui
invitado al rodaje, que se desarrollaba en su casa. Como podrán ver en el vídeo
que pienso adjuntar sobre su funeral, cuando conocí a Alex, noté que me miraba
con cierto recelo, seguramente por su naturaleza introvertida, pero me invitó a
una coca cola. Y lo considero sintomático, porque la introversión que le
caracteriza no le impide en absoluto ser generoso, que lo es y mucho. Y diría
incluso que toda reticencia fue desapareciendo según nos adentramos en el
trabajo. 128 no ganó aquel certamen. Lo ganó Alex solito con otro corto, por
supuesto de animación, El sonido de la guerra, si no recuerdo mal. Pero durante
el rodaje de 128 fue cuando empecé a llamarlo Alex Mineralex. ¿Por qué? Pues
porque me hizo gracia.
128 tenía una influencia mas que palpable de series como El otro lado de la realidad y carecía de las virtudes que presentan las producciones posteriores de un Alex que se expresa mucho mejor en el terreno de la animación, siendo además, mucho mas propicia para las temáticas que mas le interesan y mejor le resultan. El posterior Nihil obstat, muy similar en muchos aspectos, sólo sirvió para confirmar estas impresiones. El choque resulta abrupto si comparamos los mentados cortos con El sonido de la guerra o el bastante posterior I'm dreaming of a pink rabbit, ambos de animación, y con un aire ilusorio mucho mas propio de su autor. A la vista salta que estos cortos animados tuvieron mucha mas repercusión y éxito que aquellos de acción real que se rodaron en esos momentos.
128 tenía una influencia mas que palpable de series como El otro lado de la realidad y carecía de las virtudes que presentan las producciones posteriores de un Alex que se expresa mucho mejor en el terreno de la animación, siendo además, mucho mas propicia para las temáticas que mas le interesan y mejor le resultan. El posterior Nihil obstat, muy similar en muchos aspectos, sólo sirvió para confirmar estas impresiones. El choque resulta abrupto si comparamos los mentados cortos con El sonido de la guerra o el bastante posterior I'm dreaming of a pink rabbit, ambos de animación, y con un aire ilusorio mucho mas propio de su autor. A la vista salta que estos cortos animados tuvieron mucha mas repercusión y éxito que aquellos de acción real que se rodaron en esos momentos.
Tras un efímero periplo común amparados bajo la productora El gato de
Schrödinger, que arrancó varios proyectos (Dance me to the end of world o
Light my fear, por citar los mas ambiciosos) pero terminó muy pocos,
curiosamente empezó nuestra colaboración mas intensa. Para una edición del
Certamen de cortos instantáneos, Alex realizó la que para mí es su mejor obra
fuera de la animación, Sadako, en la que tuve el honor de actuar.
Sadako
es una obra personal que rezuma la sensibilidad característica de Alex y ese
amor por las pequeñas cosas, las cosas artesanas, hechas a mano, las cosas
sencillas y poco artificiosas, pero que dan un toque de hermosura apreciable. Quizá su mayor problema es el ritmo, pero aun así, considero que es, dentro de los cortos de Alex, una obra a descubrir, así que quiero aprovechar para reivindicarla desde aquí. En el momento en el que escribo estas líneas, ni siquiera encuentro trailer en internet y para haber sido rodado en un día, lo encuentro aceptable y reseñable.
Me gustaría haber ayudado en lo que sea a Alex. Dudo haberle enseñado
algo, pero me gustaría pensar que al menos algo ha podido aprender estando
conmigo. Por eso me siento tremendamente orgulloso de mi contribución a la que
quizá es, hoy por hoy, su obra magna, Leo y Nora. Y no lo digo por mi
aportación sonora, sino mas bien me refiero a que fui yo quien le prestó el
libro Cartas a un joven poeta de Rainer María Rilké, cuya cita abre el
cortometraje, y le insistí para que se lo leyera.
Leo y Nora es su mejor obra no ya sólo por cuestiones técnicas o visuales, aunque
supone un avance mas que notable (y mucho hay que agradecer a los escenarios
que le fabrica su padre Juan Carlos, que me encantan y tengo toda la razón en
ello). Posee esa sensibilidad tan propia de su autor y que en cierto modo le
cuesta hacer ver a los demás si no es a través de este tipo de creaciones. Y no
porque no ponga un mimo, un cariño y un entusiasmo enormes en su vida
cotidiana, sino porque, y lo tengo mas que comprobado, no todo el mundo es
capaz de apreciarlo en gestos cotidianos, pero si en sus creaciones
audiovisuales. En Leo y Nora cuaja todo lo bueno que Alex ha ido desarrollando estos años. Coincide una historia preciosa, con cierto toques de un humor muy tierno, unos cuantos homenajes evidentes y secretos y todo ello contado de una manera muy artesana, lo que le da proximidad. Personalmente encuentro que tiene una textura, un toque a juguete antiguo que le va muy bien a la historia. Quizá usando técnicas mas avanzadas perdería ese toque que le va tan bien.
Siempre digo que tengo una deuda enorme con Alex, porque sin él no
hubiera sido capaz de rodar Horror Vacui. Porque fue él quien me habló de las
cámaras que ahora vienen con disco duro incorporado y también quien se puso a
mi lado para encarar la dura empresa de ponerse a rodar como un desenderado, y
hubo de ser así para poder terminar un proyecto de tanta (tantísima) duración.
Y después vino Los que van a morir te saludan, y mas recientemente Mientras
seamos jóvenes. En previsión de que quizá nuestros caminos se separaran, tenía
un especial interés en rodar este último corto únicamente acompañado de Alex y
de Rocío Torío, puesto que son las personas con las que siempre he contado
hasta ahora en cada una de mis producciones, y si acaso este buen equipo no se
pudiera repetir mas, quería que quedara como muestra, recuerdo y homenaje.
Francamente, me supone una enorme inseguridad afrontar un rodaje sin ellos dos.
Y encima, para mas INRI, Alex me regala un hermosísimo vídeo
"leoynorístico" para una de mis canciones, y que pudimos ver en una
sesión al aire libre del festival de Cortos de Rodinia que se celebró este mes
de agosto en el barrio de la Victoria. Ha sido un honor y un placer haber
compartido estos años de evolución de Alex, desde aquellos trabajos iniciales
hasta poder ver en la actualidad unos trabajos en los que deja tanto de si
mismo y tantas cosas buenas. Y termino este texto, para que quede constancia,
que espero que pese a la distancia que ahora nos separa, podamos seguir
acometiendo proyectos juntos, porque en buena compañía se trabaja mejor.
Bona sort i fins aviat,
Alex.
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