viernes, 18 de septiembre de 2015

Charla sobre Quadrophenia dentro del ciclo "El rock y las subculturas juveniles"

El pasado dos de julio, mediando una invitación por parte de Jose Luis Cano de Gardoqui y de Pedro Salado, tuve la oportunidad de dar una charla sobre la película Quadrophenia que se proyectaba dentro del ciclo El rock las subculturas juveniles, actividad derivada de la exposición de Javier Panera Días de vinilo que se exhibía en el Museo Patio Herreriano de Valladolid. 



Una película fascinante y de lo mas apropiada para este ciclo. Dentro de la temática en la que se encuadra, Quadrophenia es a la vez una rareza y por la misma razón la película mas representativa de todas. Es la única película que habla de uno de esos movimientos desde dentro, no cuenta la historia de la estrella del rock de turno, sino la del chico de la calle que vive ese movimiento, como siempre quiso Pete Townshend que fuera. Quizá no todo el mundo pueda identificarse con Jim Morrison, pero es difícil que alguien que experimentara una cierta pasión musical adolescente no se identifique con Jimmy Cooper.

Pero es una rareza porque también es la historia mas desmitificadora que se puede encontrar dentro de este terreno, lo cual, a mi juicio, tiene bastante que ver con la idiosincrasia mod. Lejos de la imagen glamourosa que podemos encontrar en casi cualquier biopic musical o recreación de estas épocas, Quadrophenia es cruel con su protagonista. Cabe por momentos preguntarse si su grito angustioso inquiriendo si alguien es capaz de ver cómo es realmente tiene sentido porque tiene un problema de carácter esquizoide o si acaso es que la gente que le rodea es tan incapaz de entender sus reacciones antes lo que sucede a su alrededor.

Ya desde el iniciático I can't  explain, Pete Townshend abordaba el asunto de la incomprensión, lo cual ya da una perspectiva temática llena de drama a sus composiciones, mas allá de las habituales tramas de "chico quiere a chica" de la música pop tradicional, entendida como música popular, dejando a un lado las difusas nomenclaturas actuales.

Aquí podéis ver la charla íntegra.


Fe de erratas : En lo referido a la política del Reino Unido, hay que decir que Edward Heath no era Primer Ministro sino candidato cuando atacó el acento de los Beatles. El Premier era Harold Macmillan. Pero con posterioridad Heath si fue Primer Ministro, sustituyendo al laborista Harold Wilson. Ambos fueron citados en la canción Taxman que compuso George Harrison.

En lo referido al gobierno conservador, desde que Churchill fuera reelegido en 1951, no volvió a haber un Primer Ministro laborista hasta en mencionado Harold Wilson en 1964. Pero desde 1935 hasta esa fecha sólo hubo un laborista en el poder, Clement Atlee, que sustituyó precisamente a Churchill entre 1945 y 1951.

El escándalo político del que hablo fue el caso Profumo. John Profumo era un ministro de guerra que compartió amante, Christine Keeler, con un espía soviético de nombre Yevgeny Ivanov.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Bona sort i fins aviat, Alex Mineralex

Cuando empiezo estas líneas quedan en torno a unas tres horas para que Alex Hernández Salgado (also known as Alex Mineralex) emprenda rumbo a tierras catalanas para iniciar sus prácticas en Citoplasmas Stop Motion Animation Studio, estudio radicado en Barcelona, donde esperemos que el muchacho aprenda mucho, y principalmente, deje allí la buena sensación que tenemos todos los que le conocemos a él y a sus trabajos. Para cuando se publique esto, esperemos que ya haya llegado.

Quiero que quede claro que si escribo esto es por la amistad que nos une, pero igualmente quiero que quien lo lea tenga la certeza de que lo que pueda leer no está condicionado por la misma. Como decía Aristóteles, muy amigo es Platón, pero mas amiga es la verdad, y sería un feo detalle para Alex y para el avezado lector que yo mintiera o exagerara. A Alex y a usted mismo hacerle un favor es hacer justicia.

 

Conocí a Alex por obra y gracia de un amigo común que luego dejó de serlo, y supe de él precisamente porque iban a hacer un corto juntos. El corto era 128, con el que optaban a un premio en un certamen que se celebró un sábado por la mañana. Pude ver los primeros minutos de 128 bajo la amenaza de que no debía criticarlos, pues estaban muy orgullosos de ellos, pero si aquel muchacho no quería escuchar nada desfavorable del corto, no debió preguntarme qué me parecía.


Y así conocí a Alex. Para cuando repitieron lo que se había grabado, fui invitado al rodaje, que se desarrollaba en su casa. Como podrán ver en el vídeo que pienso adjuntar sobre su funeral, cuando conocí a Alex, noté que me miraba con cierto recelo, seguramente por su naturaleza introvertida, pero me invitó a una coca cola. Y lo considero sintomático, porque la introversión que le caracteriza no le impide en absoluto ser generoso, que lo es y mucho. Y diría incluso que toda reticencia fue desapareciendo según nos adentramos en el trabajo. 128 no ganó aquel certamen. Lo ganó Alex solito con otro corto, por supuesto de animación, El sonido de la guerra, si no recuerdo mal. Pero durante el rodaje de 128 fue cuando empecé a llamarlo Alex Mineralex. ¿Por qué? Pues porque me hizo gracia.

128  tenía una influencia mas que palpable de series como El otro lado de la realidad y carecía de las virtudes que presentan las producciones posteriores de un Alex que se expresa mucho mejor en el terreno de la animación, siendo además, mucho mas propicia para las temáticas que mas le interesan y mejor le resultan. El posterior Nihil obstat, muy similar en muchos aspectos, sólo sirvió para confirmar estas impresiones. El choque resulta abrupto si comparamos los mentados cortos con El sonido de la guerra o el bastante posterior I'm dreaming of a pink rabbit, ambos de animación, y con un aire ilusorio mucho mas propio de su autor. A la vista salta que estos cortos animados tuvieron mucha mas repercusión y éxito que aquellos de acción real que se rodaron en esos momentos.

Tras un efímero periplo común amparados bajo la productora El gato de Schrödinger, que arrancó varios proyectos (Dance me to the end of world o Light my fear, por citar los mas ambiciosos) pero terminó muy pocos, curiosamente empezó nuestra colaboración mas intensa. Para una edición del Certamen de cortos instantáneos, Alex realizó la que para mí es su mejor obra fuera de la animación, Sadako, en la que tuve el honor de actuar.


 

Sadako es una obra personal que rezuma la sensibilidad característica de Alex y ese amor por las pequeñas cosas, las cosas artesanas, hechas a mano, las cosas sencillas y poco artificiosas, pero que dan un toque de hermosura apreciable. Quizá su mayor problema es el ritmo, pero aun así, considero que es, dentro de los cortos de Alex, una obra a descubrir, así que quiero aprovechar para reivindicarla desde aquí. En el momento en el que escribo estas líneas, ni siquiera encuentro trailer en internet y para haber sido rodado en un día, lo encuentro aceptable y reseñable.

Me gustaría haber ayudado en lo que sea a Alex. Dudo haberle enseñado algo, pero me gustaría pensar que al menos algo ha podido aprender estando conmigo. Por eso me siento tremendamente orgulloso de mi contribución a la que quizá es, hoy por hoy, su obra magna, Leo y Nora. Y no lo digo por mi aportación sonora, sino mas bien me refiero a que fui yo quien le prestó el libro Cartas a un joven poeta de Rainer María Rilké, cuya cita abre el cortometraje, y le insistí para que se lo leyera.


Leo y Nora es su mejor obra no ya sólo por cuestiones técnicas o visuales, aunque supone un avance mas que notable (y mucho hay que agradecer a los escenarios que le fabrica su padre Juan Carlos, que me encantan y tengo toda la razón en ello). Posee esa sensibilidad tan propia de su autor y que en cierto modo le cuesta hacer ver a los demás si no es a través de este tipo de creaciones. Y no porque no ponga un mimo, un cariño y un entusiasmo enormes en su vida cotidiana, sino porque, y lo tengo mas que comprobado, no todo el mundo es capaz de apreciarlo en gestos cotidianos, pero si en sus creaciones audiovisuales. En Leo y Nora cuaja todo lo bueno que Alex ha ido desarrollando estos años. Coincide una historia preciosa, con cierto toques de un humor muy tierno, unos cuantos homenajes evidentes y secretos y todo ello contado de una manera muy artesana, lo que le da proximidad. Personalmente encuentro que tiene una textura, un toque a juguete antiguo que le va muy bien a la historia. Quizá usando técnicas mas avanzadas perdería ese toque que le va tan bien.


Siempre digo que tengo una deuda enorme con Alex, porque sin él no hubiera sido capaz de rodar Horror Vacui. Porque fue él quien me habló de las cámaras que ahora vienen con disco duro incorporado y también quien se puso a mi lado para encarar la dura empresa de ponerse a rodar como un desenderado, y hubo de ser así para poder terminar un proyecto de tanta (tantísima) duración. Y después vino Los que van a morir te saludan, y mas recientemente Mientras seamos jóvenes. En previsión de que quizá nuestros caminos se separaran, tenía un especial interés en rodar este último corto únicamente acompañado de Alex y de Rocío Torío, puesto que son las personas con las que siempre he contado hasta ahora en cada una de mis producciones, y si acaso este buen equipo no se pudiera repetir mas, quería que quedara como muestra, recuerdo y homenaje. Francamente, me supone una enorme inseguridad afrontar un rodaje sin ellos dos.


Y encima, para mas INRI, Alex me regala un hermosísimo vídeo "leoynorístico" para una de mis canciones, y que pudimos ver en una sesión al aire libre del festival de Cortos de Rodinia que se celebró este mes de agosto en el barrio de la Victoria. Ha sido un honor y un placer haber compartido estos años de evolución de Alex, desde aquellos trabajos iniciales hasta poder ver en la actualidad unos trabajos en los que deja tanto de si mismo y tantas cosas buenas. Y termino este texto, para que quede constancia, que espero que pese a la distancia que ahora nos separa, podamos seguir acometiendo proyectos juntos, porque en buena compañía se trabaja mejor.


Bona sort i fins aviat, Alex.


jueves, 16 de julio de 2015

Pequeña "apostilla" a Los que van a morir te saludan

Ha pasado el tiempo desde aquel 20 de diciembre de 2014 en el que estrenamos (un día antes del aniversario del estreno de Horror Vacui y en el mismo lugar) Los que van a morir te saludan, trabajo que nos ocupó los últimos meses del pasado año. He demorado mucho escribir a este respecto.

Primero, tengo que decir que la memoria me falla y no soy capaz de recordar si el guión de Los que van a morir te saludan fue el siguiente que escribí a finales del siglo pasado o si, por contra, hubo otro entre medias (que de hecho, empecé a reescribir poco antes de empezar el rodaje de este). Sea como fuere, si dejar claras dos cosas. La primera es que no tuvo título hasta hace un año y la segunda, que espero que poco o nada tenga que ver lo que hemos hecho con lo que originalmente quería hacer.

Fue una tarde – noche de hace unos años, coincidiendo con el inicio del rodaje de Horror Vacui, que rememoraba los guiones que escribí en mis últimos años de instituto. Principalmente recuerdo cuatro (sólo contemplo rescatar uno mas). Por esos entonces estaba intentando adquirir la buena costumbre de tener otro proyecto en mente mientras empezaba uno, cosa muy práctica en esos momentos en los que crees que nada está saliendo como debe, porque piensas que al menos tienes la salida de resarcirte con el próximo. Y fue por ello que recordé esta idea.

La parte nocturna de esa tarde noche había quedado con Arturo Germán (que nos hizo el inmenso favor de aparecer en Horror Vacui) para tomar unas cervezas en compañía de Jesús, otro amigo que era quien nos las servía. Entré al bar y le dije “Arturo, venía yo pensando… ¿Quieres ser mi ángel de la guarda?”. Porque a mi me gusta decir las cosas así, para que impacten.

Como me pareció que sí podía contar con él, me lancé a la busca del guión original, del que apenas recordaba el par de chistes que me empujaron a retomar el proyecto. Decía Rafael Azcona que él nunca apuntaba ninguna idea para los escritos, porque consideraba que la memoria hacía buena criba de ideas y que si no se acordaba de alguna, es que no valía la pena. Yo pensaba que Azcona debía tener muy buena memoria, pero que a mi se me olvidaban las buenas, las malas y hasta que hubiera tenido una idea. Pero en este caso tenía razón, porque de todo el guión original, lo único medianamente rescatable era precisamente lo que recordaba.

En honor la verdad, creo que, posiblemente, aquellos dos o tres detalles siguen siendo lo mejor del guión, lo cual parece apoyar la teoría de que no se me ha ocurrido nada decente desde que tenía la mitad de años que tengo ahora.

Procedí a reunir al equipo habitual, léase, a Alex Hernández y a Rocío Torío. También contacté con Lara Fernández, que en nuestro anterior trabajo había colaborado con una voz en off, poco trabajo para una actriz tan bien dotada. Y tuve el disgusto de tener que sustituir a Arturo, pues se había mudado de ciudad, pero también la suerte de poder contar en su lugar con Felipe Martín "Kanalla FM". Felipe contaba con la bendición de Arturo y la experiencia previa de haber rodado un pequeño "divertimento" si se quiere, aparte de un pequeño "cameo" en Cien mil metros del Helmántico (hasta el momento la única producción por la que me he llevado algún reconocimiento). Hoy por hoy sigo pensando que las interpretaciones son lo mejor con diferencia de Los que van a morir te saludan.

Se usaron para los interiores un piso vacío de la céntrica calle Mantería de Valladolid, que nos proporcionó un entorno neutro que necesitábamos como el comer, y Lara Fernández nos cedió amablemente su residencia para rodar, donde tuvimos una as que ardua jornada de rodaje. Aunque no puedo por menos que reseñar la magnífica experiencia que fue dirigir un cortometraje desde una cama calentita y cómoda (experiencia que recomiendo y pienso repetir) y que además resultó un entorno tan magnífico como inesperado. Lo poco que hubo que "improvisar" en el rodaje de Los que van a morir te saludan quedó bastante bien, posiblemente mejor que lo que estaba originalmente concebido.

Terminamos en el dormitorio de Rocío Torío, con perdón, para rodar los últimos planos, con la colaboración de Nuria Sevilla, ante la urgencia de terminar el rodaje y la falta de Alex Mineralex. Nuestro querido Alex tenía algo que hacer además de rodar y optamos porque lo hiciera. No recuerdo qué era ni mucho menos cómo le fue, pero lo que nosotros rodamos nos dejó satisfechos.
Hasta la fecha, Los que van a morir te saludan ha sido exhibido el día de su estreno en El Tío Molonio, y también en la filmoteca de Castilla y León en Salamanca, lo cual, nos llena de orgullo. También ha sido exhibido dentro de la séptima edición del festival de cortos de Rodinia de Valladolid, lo cual supone una gran satisfacción, porque era un pequeño objetivo fetiche que tenía yo desde la cuarta edición, si no recuerdo mal.


Ya con el siguiente proyecto en agujas, confiamos en poder seguir exhibiendo Los que van a morir te saludan durante mucho mas tiempo y que siga suscitando interés.

sábado, 4 de julio de 2015

Elegía a Christopher Lee

Era otro tipo de sábados aquellos de mediados de los 90, en los que tras terminar el partido de la jornada de la liga de fútbol, el segundo canal de TVE, sin que apenas mediara nada mas, no ofrecía el ciclo de películas de terror Alucine. Tengo que reconocer que, a causa de mi para algunos excesiva pasión por estas dos aficiones, en ocasiones apenas tenía tiempo de parar el vídeo y cambiar la cinta, pues ya entonces tenía interés en tener mi propio archivo tanto de partidos de fútbol como de películas.


Y fue gracias al ciclo de Alucine que descubrí (o al menos fui consciente de descubrir) a Christopher Lee, enfundado en la elegante capa del Conde Drácula en las producciones de la Hammer. Al tener noticia del fallecimiento de Lee, mi cabeza se fue inmediatamente al recuerdo que esas películas. Lógico, porque las guardo (físicamente y en el recuerdo) como oro en paño, y conservo también una enorme gratitud a los buenos ratos que me hicieron pasar, y mas aún al entusiasmo que suscitaron en mi.


Y como no considero estos calificativos exagerados y si muy muy importantes, tras la defunción de Lee me pareció oportuno volver a revisar la saga (y ver al fin la única película de la saga que no había podido ver todavía), en versión original y además, escribir un poco sobre cada una de las entregas de la misma, mas que como homenaje, como señal de esa gratitud de la que antes hablaba.

Claro está que, con los años y un mayor acceso a información del que teníamos entonces, fui mas y mas consciente de que Christopher Lee no sólo había sido Drácula. Prácticamente el catálogo de monstruos que antaño se repartieran entre Bela Lugosi y Boris Karloff figuran en el curriculum de Christopher Lee con la Hammer. Impresionó verlo encarnando a una putrefacta criatura arrancada de la muerte por Frankenstein, que hubo de ser así porque Universal cedió los derechos a Hammer a condición de que el aspecto del ser no se asemejara en nada al interpretado por Karloff.

Su Drácula en cambio si se asemejaría mas a la imagen del encarnado por Bela Lugosi, aunque el porte aristocrático y la solemnidad que tenía el Conde en la versión de Browning se vio acentuado por la presencia de Lee, su envergadura e incluso su voz grave. El carisma de Lee hacía creíbles muchos de los vaivenes a los que Hammer sometió al personaje, siendo en ocasiones salvaje, en otras seductor, en otras maquiavélico y en otras, incluso, un sádico sanguinario capaz de derramar por el suelo esa sangre tan vital para él.

Pese a la tan indisoluble relación con el vampiro transilvano, la relación entre Lee y Drácula no fue "amistosa". Ya desde su segunda aparición era obligado a aceptar el papel, lo cual en determinadas ocasiones provocó que el resultado final no fuera todo lo notable que sería deseable. Lee, gran aficionado a la lectura, parecía lamentar lo poco que se asemejaba tanto la trama como el personaje a lo que escribió Bram Stoker. Pero si algo exasperaba al actor es que en no pocas ocasiones el guión metía con calzador el personaje del vampiro, aun no pegando ni con cola con el resto de la trama. Muestras hay de ello y debidamente acreditadas, como veremos.



Pero como decía, no sólo a Christopher Lee hay que recordarlo como Drácula, si bien por cuestiones sentimentales he preferido hacerlo así. Fueron muchos sus papeles notables y es labor agradecida ir descubriéndolos. Pero tampoco me quedaría satisfecho si no recordara a Scaramanga, el hombre de la pistola de oro, en la película del James Bond creado por Ian Flemming, familiar del segundo marido de madre. Lee ya estuvo a punto de ser el Doctor No en la película inaugural de la saga, como sugirió su "primastro", y aunque finalmente no fuera así, lo cierto es que visualmente evoca bastante a su Fu Manchú.

Fue Conde también en las películas de los mosqueteros de Richard Lester, dentro de un reparto absolutamente sublime, y también en la saga de Star Wars de George Lucas. Esta saga, dicho sea de paso, tiene no pocas vinculaciones con las películas de la Hammer. Aparte de que el nombre de Conde Doku tiene mucha reminiscencia a Conde Drácula, George Lucas contó en sus repartos con Peter Cushing y David Prowse (que fue la criatura de Frankenstein en un par de ocasiones, si no recuerdo mal), aparte de con Christopher Lee. Y no fue Gandalf, como era su deseo, pero fue Saruman, dando la réplica a Ian McKellen. Sin ánimo de ser excesivamente pelotas, tener un enemigo como Lee contribuye mucho a engrandecer el carisma del mago amigo de los hobbits.

Y llegamos por fin a un punto que me interesa especialmente. Si hay dos personajes que pugnan por ser el mas llevado a la gran pantalla, estos son el Conde Drácula y el mas famosos detective consultor de todos los tiempos, Sherlock Holmes, y ambos personajes de la literatura victoriana inglesa aparecen entre mis apariciones preferidas de Christopher Lee. Con Terence Fisher rodó El collar de la muerte, una película poco conocida pero bastante notable, con argumento no basado en obra alguna de Conan Doyle en la que el detective de Baker Street se enfrenta a su némesis, el profesor Moriarty. También interpretó a Holmes en una serie allá por lo 90, acompañado como Watson del también recientemente fallecido Patrick Macnee, el mismo que le robaba los aplausos hasta de su propia familia cuando ambos eran compañeros de estudios y de tablas en su época juvenil.
 
Cristopher Lee fue Holmes, pero no sólo fue Sherlock. También fue Mycroft Holmes, hermano apático y ermitaño del detective, tan dotado intelectualmente que no sólo trabajaba para el gobierno inglés, sino que en ocasiones de crisis, el propio Mycroft era el gobierno de Inglaterra. Este fue otro de los grandes aciertos de La vida privada de Sherlock Holmes, que hiciera un gran fan del detective como era Billy Wilder. Y  también fue un malhumorado Sir Henry de Baskerville en la versión que Hammer hizo del relato del sabueso fantasmal que habitaba el inhóspito páramo, y al que daría caza un Holmes interpretado por Peter Cushing, gran amigo y compañero de Lee. Destacada versión esta, tanto por lo que respeta del original como por lo que incorpora.


Esto es sólo una pequeña pincelada de lo que supone en la historia del cine la filmografía de Christopher Lee, mas sentimental de historiográfica. No es un estudio detallado. Es mas bien el afán por rememorar los excelentes momentos que he pasado gracias a este gran actor que nos ha abandonado recientemente. Por eso mismo, porque era excelente, vamos a hacer que "vuelva de la tumba" una y otra vez.

domingo, 1 de febrero de 2015

Al respecto de lo sucedido en el primer trimestre de vida del Cine Club Casablanca


Una vez completado el primer trimestre de vida del Cine Club Casablanca, y comenzando el segundo, me gustaría escribir unas líneas al respecto de cómo se ha desarrollado hasta la fecha.

 
Tuve noticia de esta iniciativa en verano a través de uno de sus organizadores, Pedro Javier Salado, al que conozco desde los tiempos de la facultad y que tuvo mucho tiempo en su poder mi ejemplar de Cómo acabar de una vez por todas con la cultura. En un momento en el que el mismo Valladolid que tiene en la Seminci uno de sus grandes estandartes, ve como sus cines céntricos cierran sus puertas, me pareció una iniciativa no sólo interesante, sino absolutamente necesaria. Principalmente, me sedujo la idea de un espacio en el que, además de ver una programación cinematográfica variada, se pudiera hablar y vivir el cine de otra forma, amen de volver a una sala de cine con cierta regularidad, algo que no tengo por costumbre pero que quería adquirir como tal.



Las proyecciones fueron inauguradas con Dos metros de esta tierra, que fue presentada por su director Ahmad Natche. La película es una ficción de aspecto documental ambientada en un evento real, un festival de música que se celebra anualmente en la ciudad de Ramala. Sirviéndose de las imágenes de un programa de tv que se estaba preparando en el que se recogería el mentado festival, la película parecía mandar un mensaje en el que la guerra pertenecía al pasado y el futuro de Palestina iba encaminado a preservar su identidad en base a la cultura, lo que quedaba diferenciado por las imágenes documentales bélicas, en contraste con las del festival, pertenecientes a la actualidad.


 
La segunda sesión tuvo como novedad el primer corto que precedía la proyección del largometraje, que fue Jueves, del vallisoletano Pedro del Río, que acudió acompañado del director de fotografía del corto, Víctor Hugo Martín. Una obra de estética cuidada y argumento con truco. El largometraje posterior fue Hasta ver la luz, de Basil da Cunha, una historia marginal que, pese a tener algunos retratos nocturnos de mucha fuerza, parece que no terminaba de cuajar, quizá porque la improvisación de los actores hacía que la historia, que de por si no era excesivamente clara, se diluyera en excesivo y perdiera ritmo. 



Para la tercera sesión, nos acompañó Jorge Villa, que presentó su corto Demasiado corazón, una comedia con pequeños toques de humor negro y ritmo endiablado, y comentó con nosotros la película de Goran Paskaljevic, Al nacer el día. Y tengo que decir que para mi está ha sido una de las dos películas proyectadas que mas me han gustado. Paskaljevic, con un presupuesto escaso, ofrece una película sobre un viejo profesor de piano que, según la interpretación que yo le di, investigando sobre el horror y la barbarie en los campos de concentración nazis de Belgrado, va descubriendo, poco a poco, otro mundo de horror que, como sucedía con las atrocidades del III Reich, tampoco parece importar a nadie. Dicho sea de paso, su fotografía otoñal, también me dejó muy complacido.


Para la cuarta sesión, Antonio Macías nos vino a hablar del festival de Cortos de Rodinia, festival de cine itinerante que proyecta por los bares de Valladolid y que, aun a la espera de iniciar su séptima edición, ya ha recibido más de mil cortometrajes. Además, nos presentó uno de los cortos ganadores en el certamen del año pasado en la categoría de corto documental, Odysseus gambit de Alex Lora Cercós, la historia de un inmigrante que sobrevive en las calles de Nueva York jugando al ajedrez y tocando la guitarra. El largo fue, en este caso, la obra documental Asier ETA biok, de Aitor y Amaia Merino. Asier y yo, su título traducido al castellano, cuenta casi en primera persona la relación entre el actor Aitor Merino y su amigo Asier, cuya vinculación con el entorno de ETA le llevó a pasar un largo periodo en la cárcel. Una temática muy interesante para un documental que, cuando se acercaba al relato más personal de su director resultaba más dinámico e interesante que cuando se limitaba a exponer momentos íntimos de Asier. A estas alturas, los debates entre los asistentes a las proyecciones ya eran algo más fluidos, aunque con esta película, quizá por lo controvertido del tema, hubo una cierta reticencia inicial.

Llegamos a la quinta sesión, en la que pudimos ver Estocolmo, una simpática y muy premiada historia de Álvaro Martín, con el que tuvimos una de las tertulias mas animadas del ciclo, en la que comentamos tanto Estocolmo como otras obras suyas (vuelvo a insistir en que el documental de los Roxy como La partida de mi abuelo son impagables) y el largometraje La espectadora, de Paolo Franchi. Esta fue la otra película, junto Al nacer el día, que mas me entusiasmó. Una historia que, para mi, tenía una serie de reminiscencias rohmerianas (aunque formalmente tenía que ver mas bien poco o nada) con un triángulo amoroso de lo mas curioso, cuyas interrelaciones daban para mas de un análisis y mas de una revisión. Lo cierto es que, como comentaba antes, todo se conjugó para tener una charla de lo mas animada y participativa sobre los dos filmes que pudimos ver esa tarde-noche.


Por último, cerramos el trimestre y nos fuimos de vacaciones con la proyección de Cuando naces… ya no puedes esconderte, de Marco Tullio Giordana. Por mor de la duración del largometraje, no hubo proyección previa de corto alguno. Si bien todos coincidimos en que nos había parecido un tanto deslabazada, con un discurso un tanto inconexo hasta el punto de no tener muy claro exactamente ni la intención ni el argumento de la película, si al menos dio pie a un interesante coloquio, que al fin y al cabo, es uno de los factores que encuentro mas interesantes de participar en este cine club.





Y con esta sensación empezamos el nuevo trimestre, con las ganas de ver cine, de explorar propuestas diferentes, y sobre todo de hablar de cine, de participar y de vivir el cine. Y, por cierto, hoy me he enterado de que el número de personas apellidadas Melero en el cine club, asciende a tres. No somos tantos meleros ni en mi casa.